ACOMSEJA

Noticias

INFORME: Cuando nadie quiere continuar el negocio familiar

La Pastelería La Imperial anunció en el suplemento especial de fiestas de Jaca de El Pirineo Aragonés que cerraba después de 120 años de actividad. Lo hizo de una manera discreta, con una simple despedida y un agradecimiento a sus clientes. Cuando un negocio de tanta tradición se cierra en una localidad pequeña como Jaca el impacto no es solo económico sino también emocional, pues con él se va la memoria de varias generaciones y una parte del paisaje urbano. La falta de relevo generacional o la imposibilidad de traspasarlo ha empujado a numerosos negocios familiares de larga trayectoria a echar el cierre en los últimos años en toda la comarca. La cifra de autónomos en España que el año pasado se vieron obligados a cerrar sus negocios ascendió a 21.000 y según los datos que maneja la Confederación Española de Comercio (CEC), el número de autónomos en este sector no ha parado de descender, de manera continuada, en los últimos años.

La digitalización, la competencia con el comercio electrónico y la falta de relevo generacional son, además de la enorme subida de los costes laborales y energéticos, las principales causas de los cierres de miles de negocios tradicionales. Así lo explicó Rafael Torres, presidente de la Confederación Española de Comercio (CEC), que alerta de una situación que va a empeorar en los próximos años. Se da la circunstancia además de que en muchos casos “como el autónomo no ve una sucesión, o ningún hijo o hija que quiera hacerse cargo del negocio, lo que están haciendo es anticipar los cierres en cuanto tienen problemas”, explica Torres.

Aunque hay muchas razones de tipo económico y sociológico que deben ser incorporadas al análisis, lo cierto es que cada vez existen menos nuevos autónomos jóvenes que estén dispuestos a hacerse cargo de un traspaso. Los expertos que estudien el vertiginoso declive del comercio tradicional en España coinciden en que parte del problema tiene que ver con la sensación que está trasladando el pequeño comercio: “no es atractivo para que alguien joven decida coger un negocio, adaptarlo y modernizarlo a los nuevos modelos y hábitos de consumo”.

El pequeño comercio aporta el 17% de las cotizaciones a la Seguridad Social en España  y representa entre un 12% y un 13% del total del PIB español. Sin embargo existe una queja tradicional que tiene que ver con la falta de apoyos por parte de la administración y la existencia de un marco regulatorio que en muchos casos acaba asfixiando al comerciante. Ángel Mesado, que cerró su joyería a finales de 2021 después de medio siglo de actividad, confiesa que junto al agotamiento después de tantos años de vida profesional se unía “la presión fiscal, las numerosas inspecciones de todo tipo que debíamos afrontar con frecuencia, el papeleo, las declaraciones trimestrales… ser autónomo requiere un gran esfuerzo”.

También opina en este sentido José María García, director de la Comisión de Economía de CEOE Aragón, quien considera que “Aragón tiene que adoptar en el corto plazo medidas para mejorar la fiscalidad y el marco normativo, ofrecer incentivos a los emprendedores y revisar las cotizaciones a la Seguridad social para que al meno sean más transparentes”. García apunta que en los últimos ocho años se han cerrado en Aragón 467 empresas y se han dado de baja 6.336 autónomos, y lo atribuye tanto a causas empresariales como demográficas.

La socióloga Nuria Ganuza, que es directora de la agencia de colocación de CEOE Cepyme Huesca, argumenta que la grave falta de mano de obra en oficios tradicionales, que tiene su derivada en el comercio tradicional, “es la consecuencia de muchos fenómenos que en buena medida hemos provocado la generación del “Baby Boom”, como la falta de incentivo a la FP, la desaparición de la figura del aprendiz, la falta de aprendizaje y la idea de que tiene que primar la inmediatez sobre el mérito”. Este cuadro explicaría, en parte, la dificultad a la que se enfrentan muchos comerciantes y hosteleros cuando en las puertas de la jubilación quieren que sus hijos tomen el relevo. Pero no es solo esto.

Se sabe que sólo el 15 % de las empresas familiares llega a la tercera generación y a la segunda todavía alcanza el 60% porque los fundadores están presentes y, por lo tanto, son garantes de la continuidad del negocio. Pero como explica Javier Usieto, experto en empresa familiar, la mayoría de estas empresas son “negocios muy personalizados en los que el fundador es el alma mater y si él no está, no funciona. Cuando una persona vende su empresa los propios clientes se van porque ya no está el fundador”. A este análisis suma una variable Salvador Cored, director general CEOE-Cepyme Huesca: “la transformación digital ha provocado un profundo cambio en los negocios tradicionales y algunos no se adaptan a estos cambios cada vez más vertiginosos y desisten de continuar”.

La falta de relevo aboca al cierre a muchos negocios tradicionales

El casco viejo de Jaca no deja de cambiar. La peatonalización lo transformó en un comercio abierto, con nuevas oportunidades de negocio. Pero la digitalización, la competencia de las grandes plataformas on-line, los cambios en los hábitos de consumo, el incremento de los costes fijos y, finalmente, la falta de relevo generacional ha provocado que muchos negocios hayan tenido que bajar la persiana. Algunas calles de Jaca son una sucesión silenciosa de locales cerrados que en el pasado dieron dinamismo a la economía local y vida al centro urbano. La desestructuración del comercio tradicional es una realidad que hay que intentar solucionar para que no provoque efectos irreversibles en el tejido social y económico de Jaca. No se trata de un fenómeno de carácter local sino que se reproduce en todas las ciudades y pueblos del país. ¿Qué pasa cuando los hijos no quieren seguir el negocio familiar? El clásico choque generacional tiene, en este caso, unas consecuencias tangibles en la vida colectiva de una ciudad como Jaca.

La Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España denunciaba a principios de este año que mientras las ventas de las grandes superficies han subido un 3%, los comercios de pequeño tamaño han perdido casi un 8% de cuota de mercado en dos años. En 2019, el número de empresas de comercios minoristas estaba en el entorno los 460.000 establecimientos. En 2021 esa cifra se había reducido a menos de 428.000 empresas. Al final de este año, según la UPTA, habrán desaparecido otros 15.000 comercios más.

El pequeño comercio es el gran afectado por las transformaciones experimentadas en el modelo de consumo pero, sobre todo, por los profundos cambios sociológicos de la sociedad española. La tradicional brecha generacional entre padres e hijos adquiere en este terreno el aspecto de una sima porque tiene consecuencias irreversibles en el plano económico. El cartel de “Cerrado por jubilación” expresa una realidad y también un fracaso, porque ilustra la dificultad del comercio tradicional para adaptarse a los nuevos tiempos y resultar atractivo a los jóvenes que inician su camino profesional.

Javier Usieto, experto en empresa familiar, dibuja un cuadro que resume la situación actual: “choque generacional, problemas para identificar nuevos mercados, incapacidad para desarrollar nuevas estrategias de marketing y problemas de adaptación a los nuevos sistemas de venta”. Ángel Mesado, que cerró su popular joyería en 2021 después de más de medio siglo de actividad, reconoce con cierto pesar que “ese centro comercial de referencia que antes era Jaca, desde Sobrarbe hasta Ansó, ha desaparecido en el combate con el mundo online”.

Hay una realidad tozuda y es la que muestra la dificultad de muchos negocios tradicionales, las tiendas de toda la vida, para sobrevivir debido a que sus fundadores o la generación que los gestiona actualmente no encuentran relevo en sus hijos. La idea tradicional de una empresa familiar, en la que las implicaciones emocionales pesaban más que cualquier análisis de modelo de negocio, está desapareciendo a marchas forzadas. En lugares como Jaca el elemento demográfico juega además un papel decisivo pues esa falta de relevo casi siempre es por ausencia; es decir, los hijos se van a estudiar fuera y no vuelven. No han sentido el peso de la herencia familiar.

Marian Bandrés, presidenta de ACOMSEJA, aporta un dato relevante: “en muchos casos son empresas familiares que nacieron no desde la formación empresarial sino por un espíritu emprendedor”. Ese espíritu, como señala la socióloga Nuria Ganuza, “se pierde porque los hijos ya no comparten la misma mirada sobre el negocio familiar y sobre la propia vida que tuvieron y tienen sus padres”.

Bandrés considera que tanto ACOMSEJA como la propia administración deben trabajar para, al menos, frenar esta tendencia y poner el foco en las posibilidades de negocio que sigue teniendo el comercio tradicional.  “El relevo de una empresa tal vez debería empezar a concebirse como una etapa más de la vida de la misma. Y plantearse como un proceso a más largo plazo. Información, apoyo y mediación con posibles emprendedores son fundamentales”, señala.

 

 

INFORME: Cuando nadie quiere continuar el negocio familiar

Utilizamos cookies propias y de terceros para fines analíticos y para mostrarle publicidad personalizada en base a un perfil elaborado a partir de sus hábitos de navegación.
Haga clic AQUÍ para obtener más información.
Puede aceptar todas las cookies haciendo clic en o rechazar su uso haciendo clic en