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ACOMSEJA defiende la potenciación del Camino de Santiago

Más de 200.000 peregrinos han pasado por Roncesvalles en su camino a Santiago durante 2022. En el tramo aragonés del Camino francés apenas 2.000, aunque no hay estadísticas oficiales. Tradicionalmente solo 4 de cada 1.000 que llegan a Santiago lo han hecho tras cruzar el puerto de Somport. La situación excepcional vivida por la pandemia llevó al Papa Francisco a tomar una insólita decisión: prolongar el Xacobeo 2021 al 2022. Pero esta circunstancia apenas se ha notado en Aragón. ¿A qué se debe esta diferencia abismal en las cifras de peregrinos? Los expertos consultados para este reportaje apuntan razones históricas, económicas, sociales e incluso políticas. Pero aunque todas ellas juntas ofrezcan un diagnóstico más o menos consensuado y aceptado, lo cierto es que resulta difícil explicar la incapacidad histórica de Aragón para convertir el considerado primer itinerario cultural europeo en un motor de desarrollo turístico y, por lo tanto, económico de la zona. No se aspira a alcanzar las cifras de los vecinos navarros, pero si al menos a que el Camino aragonés deje de perder peregrinos, una tendencia imparable desde hace más de una década.

A principios de octubre del pasado año el presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, visitó los trabajos de la última intervención arqueológica realzada en el Hospital de Santa Cristina de Somport y declaró a los medios de comunicación que “debe ser motivo de orgullo y digno de destacar que el principal tramo del camino que coincide en un 80% con el original lo tenemos en Aragón". Las excavaciones dirigidas por los arqueólogos José Luis Ona y Mariví Pastor habían estado detenidas durante 12 años; se retomaron el pasado año con un inversión de apenas 30.000 euros.

Santa Cristina de Somport, que aparece mencionada en el Códice Calixtino como uno de los tres hospitales más importantes del mundo (los otros dos eran los de Roma y Jerusalén) y alcanzó su máxima expansión en el siglo XIII, es un fiel reflejo de la situación del Camino de Santiago a su paso por Aragón.

No hay ni un plan ni una estrategia a largo plazo ni una convicción política, sino que se interviene en la ruta jacobea en función de las coyunturas o intereses políticos de cada momento. Después está la tesis generalizada de que la existencia de un potente turismo de nieve y montaña en la Jacetania reduce la importancia económica que se otorga al Camino, en contraste con otros pueblos y ciudades de tamaño medio de fuera de Aragón que han hecho de la Ruta Jacobea su principal medio de vida.

Cuando el 9 de febrero de 2010 se inauguró el Año Jacobeo, los entonces príncipes de España acudieron por la mañana a Roncesvalles y por la tarde a Jaca para inaugurar el remodelado Museo Diocesano de Arte Románico, que había permanecido cerrado desde 2003. Ese año las administraciones central y autonómica invirtieron cerca de 2 millones y medio de euros para renovar y mejorar el trazado aragonés. El efecto fue inmediato y tanto ese año como en 2011 se registró la cifra más alta de peregrinos por Aragón desde que se tienen estadísticas. Duró poco. Como señala Maria José Jarne, directora de la Oficina de Turismo de Jaca, “cuando se invirtió de verdad las cifras de peregrinos se incrementaron exponencialmente. Pero esde entonces hemos ido para atrás de forma constante. No he visto evolución en 17 años”.

La Asociación de Amigos del Camino de Santiago elaboró un informe en 2020, cuyas conclusiones tienen plena vigencia, en el que se señalaba que desde Aragón nunca se ha considerado la ruta jacobea como “un recurso económico de primer orden y, en consecuencia, es un producto no explotado”.

Llama la atención que pese a todas las campañas de promoción, planes de señalización y figuras de protección que lo regulan, se tenga la sensación general de que no hay fe en las posibilidades del Camino como recurso turístico y económico. 

Marian Bandrés, presidente de ACOMSEJA, considera que “desde las administraciones públicas y desde los empresarios debemos de trabajar de manera conjunta para potenciar el Camino y convertirlo en un valor económico y de desarrollo como lo son la nieve y la montaña. Es un elemento que ayuda a desestacionalizar el turismo y que genera un perfil de visitante con otras inquietudes e intereses”.

Sin embargo, Maria José Jarne pone el acento en la necesidad de un acuerdo entre los hosteleros de la zona “para no cerrar siempre a la vez. En nuestro valle los peregrinos que llegan en octubre se encuentran prácticamente sin servicios y eso es un lastre que daña la reputación de nuestro Camino.”

Javier Gazapo, expresidente de la Asociación de Amigos del Camino, señala que uno de los problemas principales con los que se enfrentan a la hora de emprender iniciativas es la tupida tela de araña de administraciones que tienen competencias sobre el Camino. “Intervienen Turismo, Cultura, Patrimonio, Vertebración del territorio, la CHE, el Ministerio de Fomento, DPH y DGA… cada vez que ha surgido un problema nadie ha sido capaz de buscar la manera de canalizar las gestiones hacia la administración correspondiente en cada caso para solucionarlo”. 

Todos los consultados hablan también del desigual estado de conservación del Camino aragonés, de la confusión que genera en el peregrino la señalización en algunos tramos y de la falta de consenso sobre el trazado, en especial a la altura del pantano de Yesa, cuyas aguas anegaron la trama original. Ahora el Gobierno de Aragón propone un total de 5,5 kilómetros del ramal sur que va en paralelo al camino original, al borde del embalse recrecido, por la zona de Berdún que unía con Ruesta y luego con Tiermas.

La apuesta por el Camino tranquilo

Hay un sentimiento general de frustración e impotencia en Aragón por la incapacidad manifiesta de competir en igualdad de condiciones con Roncesvalles. ¿Y si el camino fuera otro? Marisancho Menjón, directora general de Patrimonio del Gobierno de Aragón lo tiene claro: “no hay que competir con Navarra ni aspirar a esas multitudes. No creo que debamos de buscar esa masificación porque no ejemplifica lo que tradicionalmente ha sido el Camino”.

Comparte la misma opinión Belén Luque, directora del Museo Diocesano de Jaca, quien señala que “los peregrinos quedan fascinados por los paisajes y la tranquilidad de nuestra ruta. Cada vez más buscan esto; la mayoría ya ha hecho el Camino por Roncesvalles y vienen a buscar la ruta más tranquila, más espiritual”.

Javier Gazapo lo ha bautizado como “el Camino tranquilo” y defiende que el modelo que debe seguir Aragón es precisamente el de una ruta jacobea sostenible en contraste con las masificaciones que se registran en Navarra. “La sobrexplotación de Roncesvalles está echando atrás a mucha gente porque ya no encuentra la espiritualidad que buscaba”, defiende. “Tenemos que vender la diferencia”, concluye María José Jarne.


 

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